Todo empezó con el movimiento que se llevó a cabo en Italia en el 1986, el slow food. Este movimiento fue creciendo lentamente hasta llegar a tener más de 100 mil miembros en 132 países. Esta iniciativa fue la pionera, pero se le fueron sumando otros elementos que hacen de la lentitud una característica revalorada en muchas facetas de la vida. Todo esto hizo eco en miles de personas que querían aportar en la construcción de un mundo mucho más pausado.
Durante el confinamiento, la población se dió cuenta de que las prisas y los excesos no son necesarias en la vida. Mucha gente pensó que se puede llevar una vida desacelerada. Según investigadores de YouTube y Google, el slow living está ganando adeptos, pero, ¿en qué consiste este movimiento?
El slow living es una tendencia que ha existido algunos años, sin embargo, en el 2017 tomó mucha fuerza y cada vez son más personas las que se suman a esta tendencia. Una de las características más importantes es llevar a la tecnología a un segundo plano. Se promueve el hacer cosas al aire libre, valorar los momentos cotidianos con tu familia y amigos, escuchar tu música favorita, leer un libro tranquilo, etc.
La pregunta es, ¿cómo puedes lograr bajar la velocidad de tu vida y disfrutar cada instante? Principalmente se dice que haciendo pequeños cambios se conseguirá que todo el proceso de “adaptación” sea más fácil. El slow living promueve que cada uno encuentre su espacio para disfrutar de su día a día sin que sea solamente viendo Netflix, jugando a la PlayStation, o simplemente estando con el teléfono móvil. Algunos consejos para poner en práctica este movimiento:
Haz de la rutina un ritual – un café, preparar las comidas, pasear al perro, todo puede ser más que una rutina y convertirse en un ritual. Esto es precisamente lo que recomiendan.
Detente a comer – siéntate en una mesa o donde quiera que puedas estar tranquilo mientras comes. Aléjate de distracciones y disfruta de tu comida.
Ralentiza el paso – nunca vayas con prisa. Intenta que tus horarios te permitan ir a un paso relajado. Si tu trabajo o escuela está lejos intenta desplazarte cuando no haya tráfico.
Evita la televisión o navegar en redes – lo que hemos comentado anteriormente. Pueden quitarle muchas horas a tu día, que podrías utilizar para vivir tu vida más tranquilamente.
Cultiva tu comida – la filosofía del slow living es consumir local y orgánico. Puedes intentar cultivando los alimentos, lo que también requerirá que hagas un esfuerzo y estés relajado.
“El slow living es una alternativa lenta a la cultura de lo urgente y lo instantáneo. El movimiento slow aboga por recuperar el ritmo natural de las cosas: desde el tiempo requerido para cocinar un buen plato a la forma de viajar o de leer un libro”, explica el escritor Francesc Miralles, coautor de Ikigai (Debolsillo, 2020).