Os traemos la segunda parte del blog de harinas alternativas al trigo para todas aquellas personas celiacas o simplemente aquellos buscan otra manera de sazonar sus platos dándole un toque de sabor diferente, sabroso y original.
Harina de tomate
La harina de tomate es tomate deshidratado que luego se hace polvo con la ayuda de un procesador de alimentos. Deshidratar alimentos quiere decir que hay que ponerlo a secar sobre un lugar que no tenga humedad, que esté bien aireado y que le dé el máximo posible de horas el sol.
Esta harina es excelente para hacer salsas, sopas, risottos, pastas, tartas, rellenos o realzar el sabor del tomate seco en varios platos, espolvorear carnes a la parrilla y agregar al pan rallado para hornear cualquier alimento. Igualmente es perfecta para espolvorear sobre platos de verduras, ensaladas, guisos, pizzas y patés.
Harina de boletus
La harina de boletus es un producto elaborado a partir del auténtico boletus deshidratado, sin conservantes. Una vez hemos seleccionado las mejores setas, las trituramos hasta conseguir su harina, uno de los mejores aliados en la cocina y disponible todo el año. El motivo principal para deshidratar una seta es su conservación. Así, conseguimos mantener sus cualidades, principalmente el aroma y sabor.
La harina de boletus es una gran solución para aquellos que desean hacer sus platos estrella con setas fuera de temporada y además, nos permite un sinfín de posibilidades dentro de la cocina.
Su uso principal es el de sazonar todos aquellos platos que queremos que tengan el sabor del auténtico boletus. Se emplea como especia aromatizante en multitud de platos como arroces, rissotos, sopas, salsas, huevos fritos, pizzas y, por supuesto, en guisos de carne y pescado.
Otra manera de utilizar la harina de boletus es mezclándola con harina de trigo, para la elaboración de croquetas, bechamel o rebozados, consiguiendo un agradable e inconfundible sabor.
Harina de centeno
Con harina de centeno integral elaborada con el grano entero y molida más o menos fina se hacen los panes densos y sabrosos típicos del norte de Europa. Los panes con esta harina suben rapidísimo ya que este cereal tiene una alta actividad enzimática, lo que también da al pan elaborado con él una dulzura característica.
Usar masa madre de centeno le aportará profundidad y aroma a tus recetas. Además, la harina de centeno refinada no tiene tanta enjundia, pero tampoco da tanto peso a las masas: sustituir una parte de la harina panadera por ésta nos dará un pan con la misma textura que el de trigo pero con un extra de sabor.
Harina de arroz
Como con el trigo, la harina de arroz puede hacerse con el cereal integral o sin cascarilla (blanco). La blanca se utiliza bastante en los productos para celíacos, aunque no se puede panificar sin mezclarla porque no tiene suficiente proteína.
Tiene mucha cantidad de almidón y poco sabor, así que es perfecta para espesar salsas sin alterarlas demasiado. También va muy bien para enharinar pescado antes de freírlo o para rebozar: la falta de proteína de la que hablábamos es en este caso una ventaja que nos permitirá disfrutar de rebozados crujientes.
Consumir harina de arroz nos brinda los mismos beneficios del arroz cocido, como la reducción del colesterol, la regulación del azúcar en sangre y el combate contra el estreñimiento.
Dependiendo del tipo de arroz que utilicemos para la harina (blanco o integral), la harina contará con una menor o mayor porción de fibra, lo que también ayuda a mejorar la función intestinal. Además, es una rica fuente de energía para los deportistas, pues el arroz integral posee unas 388 calorías por cada 100 g.
Harina de espelta
Con la harina de espelta integral se hace una pasta seca de sabor rústico y profundo, con una textura algo ruda. Con la pasta fresca casera da resultados bastante buenos, y también puede usarse para hacer galletas o rebozar.
Como tiene un gluten de estructura bastante frágil hay que tratarla con mucho cuidado en las recetas de panadería: hay que ser muy cuidadoso en los amasados para no cargársela, y dará como resultado un pan aromático y a tope de sabor con miga enjundiosa y corteza menos crujiente que la de trigo.
La cantidad de fibra es mayor que la de la harina de trigo, su valor calórico ligeramente inferior y su contenido de gluten es menor. No obstante, tiene un mayor contenido en fibra, y sobre todo es más soluble, y esto sí es preferible desde el punto de vista de la salud intestinal. Además, aporta más proteínas y un mayor contenido en vitaminas, lo que puede ser muy interesante para una dieta sana.